jueves, 27 de noviembre de 2014

LAS GRIETAS

Una de las dificultades que a menudo se nos plantea en nuestra lactancia son las grietas. Pueden producir mucho dolor y llegar a comprometer seriamente la continuidad de la lactancia de muchas mujeres.

Las grietas son heridas, de mayor o menor grado, que aparecen en los pezones o areolas tras dar de mamar a nuestro hijo. Son muy dolorosas y en muchas ocasiones son causa de abandono de la lactancia.

Dar el pecho no debe doler nunca. El tener grietas o dolor, por el contrario de lo que se suele pensar, no es ni normal, ni debemos acostumbrarnos a ello. Si nos ocurre, debemos buscar la causa de su aparición y solucionar el problema. 

Las grietas pueden aparecer por varias razones, y una de las principales, es adoptar una postura inadecuada a la hora de dar el pecho. Durante una buena toma, el pezón llega hasta una gran profundidad de la boca del bebé, y este exprime la areola, que tiene metida entera en la boca. Cuando damos el pecho en mala posición es habitual que el niño agarre sólo el pezón y lo apriete con las encías, entre la lengua y el paladar duro, o tire de él. Ésto termina ocasionando la formación de grietas tras unas pocas tomas. 
Una mala postura se consigue cuando no nos colocamos bien al niño al pecho ( hay muchas posiciones que podemos adoptar, pero tanto nosotras como el bebé siempre debemos estar cómodos; su cabeza alineada con el cuerpo, su cuello ligeramente hacia atrás, bien pegado al pecho, su boca bien abierta y los labios evertidos ).
 También puede ocurrir cuando hemos introducido precozmente el chupete o biberón y el recién nacido tiene una confusión pezón-tetina: el chupete, al contrario que el pecho, se toma con la boca cerrada para que no se escape, el problema surge cuando el niño toma el pecho igual que el chupete.
A veces estas grietas pueden aparecer por la existencia de frenillo sublingual corto, micrognatia o retrognatia. Algunas de estas características anatómicas en ocasiones pueden solucionarse con el simple desarrollo del bebé, aún así podemos ayudarnos utilizando algunas posturas para dar el pecho o maniobras que nos ayuden a que el niño tenga un mejor agarre y poder evitar la aparición de grietas. 

Una vez que las grietas existen, si queremos que desaparezcan debemos solucionar primero la causa que las ha producido.
Generalmente, con ayuda podremos corregir defectos en la posición que tiene nuestro hijo al mamar; si el problema es el frenillo sublingual y no se puede o quiere reparar quirúrgicamente, hay diferentes posturas y técnicas para minimizar las molestias. 
Cuando hemos detectado la causa y le hemos puesto remedio, en poco tiempo la grieta se curará, ya que la boca del bebé dejará de hacer fricción y presión en la zona que estaba dañada. 

Mientras existe la grieta podemos cuidarla como cualquier otra herida. Debemos mantenerla limpia y seca, a poder ser al aire. Para esto son muy adecuadas las conchas aireadoras de lactancia, que van a ayudar a evitar roces y recogen la leche que en ocasiones escurre del pecho. 
Es interesante limitar el uso de discos de lactancia, ya que la piel se puede macerar al permanecer tapada y húmeda. 

Existen diversos remedios y cremas de lanolina para el cuidado de los pezones, pero no curan las grietas. Estas cremas sirven para hidratar y suavizar la piel irritada, tanto de los pezones como de otras zonas del cuerpo ( labios en invierno, nariz durante un catarro, nudillos de las manos, etc... ), pero en ningún caso sirven para curar. La lanolina es grasa de lana de oveja purificada. Su aplicación en una herida, además, dificulta su cicatrización, ya que forma una capa oclusiva. 
Otro remedio popular son las pezoneras de cera de abeja. Tampoco curan, y no es recomendable su uso porque pueden contener esporas de botulismo. 

Durante el embarazo, tampoco es necesario preparar la piel de los pezones para dar el pecho: ni masajearlos para hacerlos elásticos ni frotarlos para que la piel se endurezca. Los pechos vienen preparados para lactar, y siempre que no haya ningún problema, no tienen porque sufrir ningún daño por el simple hecho de amamantar.

Las grietas son un obstáculo que no tiene porqué ser insalvable. Antes de plantearse un abandono de la lactancia debemos guiarnos por los profesionales de salud formados en lactancia y grupos de apoyo que tenemos cerca; son los más indicados para ofrecernos las claves de la solución a este problema.


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